ALEMANIA, AÑO CERO


Germania, Anno Zero

Italia, Alemania, Francia, 1948. 74 min. B/N

Dirección: ROBERTO ROSSELLINI. Guión: Roberto Rossellini, Carlo Lizzani, Max Colpet (Idea: Basilio Franchina). Música: Renzo Rossellini. Fotografía: Robert Juillard. Intérpretes: Edmund Moeschke, Ernst Pittschau, Barbara Hintz, Franz-Otto Krüger, Alexandra Manys, Erich Gühne.


«Déjate de sentimentalismos, la vida es como es. Debe afrontarse con valentía. ¿Tienes miedo de que se muera tu padre? Aprende de la naturaleza. Los débiles son eliminados por los fuertes. A veces es necesario sacrificar a los débiles. Es una ley de la cual los hombres no pueden huir. Eso es una derrota, y de lo que se trata es de sobrevivir. Vamos Edmund, no sea necio y asume tu propia responsabilidad»

Herr Henning a Edmund


Roberto Rossellini (Roma, 1906-1977), quien comenzó su carrera bajo la dictadura de Benito Mussollini, es un cineasta clave del siglo XX, principalmente por ser el fundador de la modernidad fílmica y el padre del Neorrealismo, movimiento cinematográfico vivo que surgió en Italia durante los años cuarenta del siglo pasado como reacción a la Posguerra y con el objetivo de mostrar las condiciones sociales más auténticas y humanas.

Realizada en 1948, Alemania, Año Cero cierra la aclamada Trilogía de la Guerra de Rossellini, iniciada con Roma, Ciudad Abierta (1945) y seguida por Paisà (1946). En todas ellas, la cámara se dedica a filmar la cruda realidad de una Europa devastada por la II Guerra Mundial. La primera, rodada en Roma solo seis semanas después de su liberación, está considerada el germen del Neorrealismo italiano como toma de conciencia. En ese sentido, Víctor Erice, refiriéndose a su famosa escena de la tortura, dijo: «Rossellini no escondía a nuestra mirada el acto del horror; por eso, unos años después, se puede escribir que allí, en aquel preciso instante de ‘Roma, Ciudad Abierta’, había nacido el cine moderno».



Alemania, Año Cero cuenta las andanzas de Edmund (Edmund Moeschke), según Domènec Font «ese niño lejano y sin cólera que en su deambular fantasmal atraviesa la ciudad en ruinas es nuestro contemporáneo y con el que, no obstante, mantenemos escasas empatías». Edmund tiene doce años y vive con su padre enfermo, un hermano veterano de la Werhmacht oculto de la policía y una hermana que alterna con soldados aliados. Como millones de personas, el pequeño intenta sobrevivir a las duras condiciones del Berlín post-III Reich. El filme es un relato sobre la prematura pérdida de la infancia, el abatimiento moral de los vencidos y la perversidad de ciertas conductas humanas, en especial las de Herr Henning (Eric Gühne), antiguo profesor de Edmund y nazi corruptor de menores.

Rodada en una Berlín absolutamente destrozada por el efecto de los bombardeos aliados en el verano de 1947 al poco tiempo de la rendición de Alemania, Alemania, Año Cero refleja la mirada de un cineasta que busca conjugar el realismo documental del momento con una ficción consecuente y trágica de apenas setenta minutos. Rossellini explora la herida dejada por el nazismo, aunque no trata de buscar culpables, sino solo mostrar las terribles consecuencias de la guerra en la sociedad alemana, a la que no concede ningún halo de esperanza.



Alemania, Año Cero es una película fría y desoladora y presume de tener uno de los finales más estremecedores de la historia del cine. La de Edmund es la poética del suicidio, como las niñas Mouchette, en Mouchette, y Estike, en Sátántangó. Tal y como dice Albert Camus en «El mito de Sísifo», «matarse, en cierto sentido, y como en el melodrama, es confesar. Es confesar que la vida nos supera o que no la entendemos… Es solamente confesar que ‘no vale la pena’. Vivir, naturalmente, jamás es fácil».

Fiel a su estilo hiperrealista, Roberto Rossellini filmó en escenarios reales, empleó iluminación natural y actores no profesionales y redujo el guión al mínimo, otorgando al azar el papel reservado a la lógica causal. Audaz formal y estéticamente, el romano está más próximo a la austeridad de Dreyer y Bresson que a los ornamentos poéticos de otros directores neorrealistas como De Sica. Germania, Anno Zero trasciende lo meramente cinematográfico para convertirse en testimonio de la Europa del 45. Cine comprometido con la realidad histórica y sustentado en la objetividad y la distancia expositiva y no en derivas melodramáticas. El de Rossellini es Neorrealismo puro y extremo.


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«El realismo de Rossellini no tiene nada en común con todo lo que el cine (excepto el de Renoir) nos ha dado hasta ahora como realismo. No se trata de un realismo de argumento sino de estilo… Nuestra emoción está limpia de todo sentimentalismo. No nos conmueve ni el actor, ni el acontecimiento: tan solo su sentido, que nos vemos obligados a extraer… ¿Y no es ésta una sólida definición del realismo en el arte: obligar al espíritu a tomar partido sin engañarnos con los seres y las cosas?»

André Bazin