CRISTO SE PARÓ EN ÉBOLI


Cristo si è Fermato a Eboli 

Italia, Francia, 1979. 150 min. C

Dirección: FRANCESCO ROSI. Guión: Francesco Rosi, Tonino Guerra, Raffaele La Capria (Novela: Carlo Levi). Música: Piero Piccioni. Fotografía: Pasqualino De Santis. Intérpretes: Gian Maria Volonté, Paolo Bonacelli, Alain Cuny, Lea Massari, Irene Papas, François Simon.


«Han pasado muchos años llenos de guerras, eso que solemos llamar Historia. Atrapado por el azar, hasta ahora no he podido cumplir la promesa que hice a mis campesinos de volver con ellos. No se cuándo ni si podré cumplir aquella promesa. Pero, cautivo en una habitación, dentro de un mundo cerrado, siento añoranza de otro mundo cercado por el dolor y las costumbres, ligado a su historia y eternamente paciente. Aferrado a mi tierra, sin consuelo ni dulzura, tengo añoranza de aquella tierra árida, presidida por la muerte»

Carlo Levi


Italia profunda del sur, año 1935. El dictador Benito Mussolini destierra al intelectual, escritor, pintor y médico  italo-judío Carlo Levi en Lucania (actual Basilicata) acusado de conspirar contra el régimen fascista. Tras bajar del tren en la estación de Éboli, Levi se adentra en la región hasta llegar a Aliano (al que llama Gagliano en su libro para imitar la pronunciación local), una aldea de montaña pobre y anclada en el pasado. Pareciendo al principio estar enterrado vivo, poco a poco, casi imperceptiblemente, empieza a interesarse por el lugar y a amar y ayudar a la gente que allí vive, incluso a prestar su trabajo como médico. Finalmente, tras tres años de confinamiento, Carlo Levi regresó a su casa en Turín: llevará muy dentro el recuerdo de Gagliano como experiencia inolvidable.


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Cristo si è Fermato a Eboli se basa en la novela autobiográfica y homónima escrita en 1944 por el doctor Carlo Levi (Turín, 1902-Roma, 1975), en la que rememora sus experiencias como desterrado y hace un lúcido análisis sobre la problemática cuestión del sur de Italia desde aspectos culturales y sociales, y no sólo políticos y económicos. Rodada en los mismos parajes descritos en el libro lo que si cabe concede más veracidad al filme, el guión fue escrito por el reconocido Tonino Guerra (colaborador de Fellini, Antonioni, Tarkovsky, Angelopoulos y otros) y supuso la cuarta de las cinco colaboraciones de Rosi con el extraordinario actor Gian Maria Volonté (1933-1994), muy habitual en aquel tipo de cine italiano y que aquí, complejo y contenido, se funde con el alma de Levi.

Francesco Rosi es un director napolitano conocido, especialmente, por su gran influencia en el cine político y de denuncia italiano, de gran éxito durante los años setenta gracias a Gillo Pontecorvo, Elio Petri, Damiano Damiani o a él mismo. Rosi inauguró el género en 1962 con la controvertida Salvatore Giuliano, película que narra los inicios del movimiento separatista siciliano. Otros filmes importantes del director fueron Las Manos sobre la Ciudad, El Caso Mattei, Lucky LucianoExcelentísimos Cadáveres, todos los cuales tratan temas políticos y de corrupción concretos. Por contra, en la posterior Cristo se Paró en Éboli Rosi se muestra poeta también, integrando el paisaje de una forma tan intensa que uno no hubiera podido preverlo vistas sus obras previas, de un tono más seco y donde no se dejaba margen a lo bucólico o a lo elegíaco en su forma de tratar la realidad más sórdida.


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Válida como ejercicio de introspección anímica y moral y recogiendo características del drama social de herencia neorrealista, la película se concibe como un viaje de un hombre a un lugar primitivo y describe al detalle y con mimo sus tradiciones, sabiduría ancestral y temperamento. La intención de Rosi fue realizar un filme antropológico «que ayude a reflexionar y proponga con humildad, pero sin modestia, plantear de nuevo ciertos problemas […] La región no está muy aislada físicamente, pero tal vez exista una marginación aún más cruel en la medida en que el sur de Italia sufrió de forma traumática la llegada de una civilización de consumo sin que llegase acompañada de la evolución paralela de otras formas de vida». Es a través de la mirada sensible y culta de Carlos Levi como Rosi reflexiona sobre la llamada questione meridionale: el choque entre la Italia del Norte, moderna e industrializada, y la del Sur, devorada por el progreso y abandonada de la mano de Dios.

De ritmo sosegado y realzada por la extraña belleza que destilan sus imágenes, la cinta se ayuda de la evocadora fotografía de Pasqualino De Santis, que árida y montañosa nos traslada hasta el ambiente mágico que reinaba en el mundo rural, en la Lucania de los ya lejanos años treinta del siglo XX. La sinfónica y melancólica música de Piero Piccioni, no muy frecuente a lo largo del metraje, otorga la atmósfera adecuada. Con todo, Cristo se Paró en Éboli, de hermoso y metafórico título, es una obra emotiva, nostálgica y poética, además de realista, honesta y didáctica, como es norma en el cine de Francesco Rosi. Una joya oculta del cine europeo de los años setenta.



«Mi única pretensión es hacer buen cine, pedagógico, con contenido ético y valor estético. Mi cine es de izquierdas. Me conformo con descubrir qué pasa en la vida cotidiana de mi país, ofrecer al público elementos de concienciación»

Francesco Rosi