DANGER: DIABOLIK


Danger: Diabolik

Italia, Francia, 1968. 99 min. C

Dirección: MARIO BAVA. Guión: Mario Bava, Brian Degas, Tudor Gates, Arduino Maiuri (Cómic: Angela Giussani, Luciana Giussani). Música: Ennio Morricone. Fotografía: Antonio Rinaldi, Mario Bava. Intérpretes: John Phillip Law, Marisa Mell, Michel Piccoli, Adolfo Celi, Claudio Gora, Mario Donen, Renzo Palmer, Caterina Boratto, Lucia Modugno, Annie Gorassini.


«Tengo una compañera, Eva Kant. Es mi cómplice y mi mujer. Es única e insustituible»

 (Notte Magica, Diabolik, año XL, núm. 2)


Sadik, Kriminal, Míster X, Satanik, Diabolik… Surgidos todos ellos durante los años sesenta, los supervillanos provenientes de los cómics poblaban la gran pantalla ante la apetencia del público. Embozados tras espeluznantes uniformes y antifaces, misteriosos y amenazantes y sin estar sus actos afectados por la moralidad, no eran héroes al uso y entre sus habilidades figuraban el robo, la extorsión y el asesinato.

Danger: Diabolik, de Mario Bava, se basa en «Diabolik», una historieta italiana por entregas, inscrita dentro de la corriente del fumetto nero, creada en 1962 por las hermanas Angela y Luciana Giussani. El legendario Diabolik, quien se transformó en un fenómeno de masas en Italia, es el paradigma de antihéroe de ese tipo de tebeos, a menudo bañados de violencia y erotismo. En palabras de Oscar Masotta, se trata de un personaje «ideológicamente interesante, ya que se trata de un genio del mal y del crimen, el que siguiendo las reglas de los héroes del feuilleton francés de principio de siglo, cambia constantemente de disfraz, mientras burla incansablemente al comisario Ginko».


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El gran Mario Bava, fundador y maestro indiscutible del gótico italiano (La Máscara del Demonio, El Cuerpo y el Látigo, Operazione Paura) y del giallo (La Muchacha que sabía DemasiadoSeis Mujeres para el Asesino), construye con Danger: Diabolik una pieza desgajada de su filmografía. Bava brinda un cómic purísimo y fresco contado a modo de aventura pulposa con toques de ciencia ficción y comedia irónica; un producto que es un divertimento de amor fantastique y supera en todo a su «hermana mayor» Barbarella (1967), de Roger Vadim, con Jane Fonda y, repitiendo, John Phillip Law.

Provista de un guión inconexo al combinar varias historietas de la novela de las hermanas Giussani, la película narra con dinamismo las hazañas delictivas del irreductible Diabolik (el altísimo y de ojos azules John Phillip Law) y su mejor musa y cómplice Eva Kant (la sensual austriaca de rasgos felinos Marisa Mell). Ambos conforman una pareja icónica de fulgurante belleza y absolutamente indiferente a todo lo que quede fuera de su esfera. Diabolik burla permanentemente a las fuerzas del orden y, especialmente, a su eterno contrincante, el Inspector Ginko (Michel Piccoli), y se dedica a cometer latrocinios contra la alta sociedad por mero esparcimiento frívolo, a la manera de un semidios divirtiéndose en un contexto grosero: nuestro mundo.


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Con elementos de las series de James Bond y Flint y guiños a Arsenio Lupin y Fantômas, Danger: Diabolik guarda una personalidad específica que no depende tanto del fumetto original, cuanto de un Bava fiel a su estética del exceso y navegante entre la fascinación tecnológica de los sesenta, la psicoledia y el cromatismo vívido que tan maestramente dominaba. Gran parte de su encanto reside en el tratamiento visual y gráfico, ensalzado por la fotografía de Antonio Rinaldi y Bava y la fantasiosa escenografía de Flavio Mogherini, destacando la exótica cueva donde se refugia y vive, como un sultán, Diabolik. Todo ello acompañado por la excelente banda sonora del incombustible Ennio Morricone, de todo punto burbujeante y ecléctica.

Embriagadoramente hipnótica, ingeniosa y extravagante, Danger: Diabolik es la más perfecta de las películas inspiradas en los fumetti y una de las mejores adaptaciones de cómic del cine, con ese archivillano que irradia magnetismo animal y misterio, especialmente cuando se enfunda en el traje de látex negro que sólo deja al descubierto sus ojos azules.



«Mucha gente le tomaba a broma, pero Mario Bava era un genio»

(John Phillip Law)