MÁSCARA DEL DEMONIO, LA
La Maschera del Demonio
Italia, 1960. 87 min. B/N
Director: MARIO BAVA. Guión: Mario Bava, Ennio De Concini, Mario Serandrei (Historia: Nikolái Gógol). Música: Roberto Nicolosi, Les Baxter. Fotografía: Mario Bava. Intérpretes: Barbara Steele, John Richardson, Andrea Checchi, Ivo Garrani, Arturo Dominici, Enrico Olivieri, Antonio Pierfederici, Tino Bianchi, Clara Bindi, Mario Passante, Renato Terra, Germana Dominici.
PRÍNCIPE VAJDA: «Tu sonrisa ha desaparecido. ¿Quieres que dejemos el castillo? ¿Encuentras demasiado tristes estos viejos muros?»
PRINCESA KATIA VAJDA: «No. Quiero seguir aquí. La melancolía de esta casa me gusta. Durante siglos ha sido nuestra residencia, ¿por qué cambiar ahora?
Aquí está el pasado… Y la memoria de quienes nos precedieron…»
Mario Bava (1914-1980) es uno de los grandes maestros del cine de terror del siglo XX, así como figura clave en el nacimiento y desarrollo del género en su país. La joya de su corona y germen –a salvo I Vampiri (1956), de Riccardo Freda– es La Máscara del Demonio, uno de los filmes más importantes del fantastique europeo del siglo pasado, a pesar de su condición de ópera prima. La película, fuente de inspiración para muchos autores que han expresado su amor cinéfilo por ella, también es conocida por ser la que convirtió a Barbara Steele en musa absoluta del horror-gótico de los lejanos años sesenta.
La Máscara del Demonio se basa levemente en el cuento de terror ruso «El Viyi» (1835), de Nikolái Gógol, y homenajea en algunos pasajes a «Drácula», de Bram Stoker. La cinta arranca en Moldavia, en el año 1630, con un prólogo mítico y cruel: Asa Vajda (Barbara Steele) y su amante Javutich (Arturo Dominici) son condenados a morir en la hoguera acusados de brujería por un tribunal de la Inquisición presidido por el hermano de la mujer. Antes deben colocarle a Asa la Máscara del Demonio, cuyo reverso está salpicado de clavos que van a hundirse a martillazos en su rostro. Asa jura venganza: «¡Desde las tinieblas yo volveré para atormentar y aniquilar a tus descendientes!»
Dos siglos después, el profesor Dr. Thomas Kruvajan (Andrea Checchi) y su asistente, el joven Dr. Andre Gorobec (John Richardson), viajan a través de tierras inhóspitas para acudir a una conferencia médica. Por el camino, las ruedas del carro se rompen y quedan varados en una comunidad encantada. Los dos hombres llegan a una iglesia en ruinas y descubren la tumba de Asa en una cripta. Sin querer la resucitan, si bien para volver a tener una existencia plena y llevar a cabo su venganza debe beber la sangre y drenar el cuerpo de la bella Katia Vajda (Barbara Steele), una descendiente de la familia Vajda de idéntico físico al suyo.
La elección de la por entonces desconocida y después venerada Barbara Steele (Birkenhead, Cheshire, Inglaterra, 1937) resultó un acierto superlativo, hasta el punto de que La Máscara del Demonio es inconcebible sin su presencia. La actriz, extrañamente sexual y con un rostro geométrico y ojos de gata, capaz de desplegar una fuerza expresiva poco común, encarna la dualidad (femenina) ambivalente, de todo punto turbadora y tan recurrente en la literatura gótica y romántica. En su doble papel, Barbara personifica tanto a Katia (Eros, la pulsión de vida), la princesa de apariencia angelical, como a su opuesto, la perversa hembra Asa (Thánatos, la pulsión de muerte).
«En este doble sentido de muerte que domina todos los filmes de Barbara Steele se nos dan dos aspectos de un mismo dudoso intento de resucitar la obsesión romántica: de un lado, la fascinación del Más Allá, con su legado de criaturas deformes; del otro, la fascinación de la ruina, de todos los imperios perdidos en el arenal del tiempo. Barbara se convierte en viajera incansable hacia todos los arcanos que se perdieron más allá de la historia»
Terence Moix
La verdadera dimensión de La Máscara del Demonio radica en su elegancia técnico-formal y la extraordinaria imaginería gótica de la que hace gala, emparentándose en ambientación y puesta en escena con los filmes de la Hammer y el triunvirato Corman–Price-Poe. Y es que Mario Bava era un experto en pintura, algo que se aprecia en la composición del plano y los encuadres. La preciosista fotografía en blanco y negro bordada por él mismo, los juegos de luces y sombras expresionistas y la música sepulcral de Roberto Nicolosi contribuyen a dotar la película de una atmósfera subyugante, mórbida y de lirismo fúnebre.
El director italiano tiene la insólita virtud de hacer que horror/repugnancia y belleza/sensualidad convivan a la vez en pantalla, o más bien que dichas nociones, contradictorias, se fundan en una sola. Vampirismo y brujería, la figura del doppelgänger, amores de ultratumba imposibles (el del ingenuo Dr. Gorobec por Kattia) y maldiciones seculares sobre familias de alto linaje se conjugan con cementerios brumosos, castillos antiguos, pasadizos secretos, bosques umbríos, noches perpetuas y amplias telarañas. Bava, hurgando en las formas e ideas del terror clásico (Universal Pictures), termina extrayendo algo nuevo que es puro arte decadente.
La filmografía de Mario Bava brilla en la historia del cine por haber reconfigurado los parámetros del fantástico y el terror, creando dos corrientes tan contrastadas y exitosas como el gotico all’italiana y el giallo. Películas como La Muchacha que sabía Demasiado, La Máscara del Demonio, El Cuerpo y el Látigo, Seis Mujeres para el Asesino, Operazione Paura y Danger: Diabolik verifican a perpetuidad el sorprendente talento de alguien que cultivó el género (péplum, giallo, terror, ciencia ficción, cómic) con óptica de auteur.