VIDA DE LOS OTROS, LA


Das Leben der Anderen

Alemania, 2006. 137 min. C

Director: FLORIAN HENCKEL VON DONNERSMARCK. Guión: Florian Henckel von Donnersmarck. Música: Gabriel Yared, Stéphane MouchaFotografía: Hagen Bogdanski. Intérpretes: Ulrich Mühe, Martina Gedeck, Sebastian Koch, Ulrich Tukur, Thomas Thieme, Hans-Uwe Bauer, Volkmar Kleinert, Matthias Brenner, Charly Hübner, Herbert Knaup.


«Estoy pensando en lo que Lenin dijo de la Appassionata de Beethoven: ‘Si sigo escuchándola, no podría acabar la revolución’. ¿Puede alguien que haya escuchado esta música… que la haya escuchado de verdad… continuar siendo una mala persona?»

Georg Dreyman/Sebastian Koch


La Vida de los Otros (2006) es la poderosa ópera prima del joven alemán Florian Maria Georg Christian Graf Henckel von Donnersmarck​ (Colonia, 1973), un hombre brillante de reconocida formación artística, filosófica y política y cuya longitud del nombre es solo comparable a su estatura (mide 2’05 m.). Según confesión propia, el proyecto le sobrevino mientras escuchaba la «Appassionata» de Beethoven, a cuya apacible melodía se hace referencia en el filme. Ganadora del Oscar a la Mejor película de habla no inglesa y del Premio del Cine Europeo a la Mejor película, Mejor actor y Mejor guión, además de otros premios internacionales, Das Leben der Anderen es, –y no por ello–, una de las mejores películas del siglo XXI y un filme de una sobriedad y calidad asombrosas para ser el de un debutante.



Berlín Este, 1984 (misma fecha que el título de la novela de George Orwell, que narra igualmente la vida en un sistema totalitario). La Stasi (abreviatura de Ministerium für Staatssicherheit) es el efectivo servicio de inteligencia de la RDA que vela por la seguridad del Estado y controla férreamente los círculos intelectuales y potencialmente disidentes: todos son sospechosos. El drama se concentra en Gerd Wiesler (Ulrich Mühe), un competente y riguroso oficial que es elegido para investigar y grabar al reconocido dramaturgo Georg Dreyman (Sebastian Koch) –un Premio Nacional de Literatura mimado por el régimen– y a su pareja Christa-Maria Sieland (Martina Gedeck) –una popular y guapa actriz–. En realidad, se trata de un plan urdido por el Ministro de Cultura Bruno Hempf para encontrar eventuales pruebas incriminatorias contra Dreyman y quedarse con su novia.

La Vida de los Otros, sustentada por un lúcido guión escrito por el mismo Florian y con envoltura de thriller de espionaje, fija su punto de mira en la reciente historia de la Alemania comunista pre-Caída del Muro. En ese contexto, aunando espíritu crítico y capacidad emocional, el director aborda temas como la falta de libertad, la violación de la intimidad y la privacidad de las personas y la posición del artista en un ambiente de extrema represión política y social, lo que liga la película con todo un abanico de derechos humanos y fundamentales pisoteados.



Centrando su mayor interés en la figura de Wiesler, la cinta resulta un magnífico tratado fílmico sobre la resiliencia, o la capacidad que tiene una persona para adaptarse positivamente a situaciones adversas o traumáticas –al caso, el yugo comunista de la Alemania Oriental–. En el filme aparecen varios tipos humanos al respecto. En primer lugar Dreyman, un intelectual que se refugia en el arte como respuesta a la desesperanza que le transmite el sistema político. Después Christa-Maria, una mujer que pese a su amor hacia su novio se deja arrastrar hasta la humillación y deslealtad por temor a perder su profesión. El tercero es Albert Jerska, amigo disidente de Dreyman, al que le han prohibido ejercer su labor como director teatral y que acabará suicidándose.

Y por último Gerd Wiesler, el epicentro, el más resiliente; un hombre solitario y triste, de costumbres austeras y sin ninguna ambición más allá de ser un eficiente espía de la Stasi. No obstante, mediante ese su vivir que reside en el solo asistir a «la vida de los otros» –que se revela más plena que la suya– asistimos a su singular y paulatina transformación psicológica. Wiesler, tras supervisar clandestinamente la vida íntima de la pareja, adquiere conciencia de la podredumbre y sinrazón del sistema en el que creía ciegamente, al tiempo que descubre algo anhelado pero desconocido para él: el amor, los sentimientos, la rebelión, el arte y las ideas verdaderas, las cuales resquebrajarán la concepción que tiene del mundo gris que le rodea. De esa forma, Florian H. von Donnersmarck también reflexiona sobre la dignidad y la responsabilidad del ser humano, conformando la esperanzadora idea de que cualquier persona puede avergonzarse de sus actos, enmendarse y hacer lo correcto.



Si bien La Vida de los Otros constata los inflexibles condicionantes vitales y políticos soportados por la ciudadanía en un determinado país y en una época concreta, cabe hacer una abstracción, ya que en ella se reflejan aspectos propios de cualquier otro régimen dictatorial. La película, que nos regala una parte final grandiosa, añade a sus muchas virtudes una soberbia dirección de actores, entre los que destaca un inmenso Ulrich Mühe (1953-2007), que casualmente estuvo seis años casado con una colaboradora de la Stasi y que sólo dos años después de haber interpretado al capitán Wiesler falleció a causa de un cáncer. La Vida de los Otros es su resplandeciente testamento fílmico.


 «A HGW XX/7. Con agradecimiento»