SUEÑO DE INVIERNO (WINTER SLEEP)


Kis Uykusu

Turquía, Francia, Alemania, 2014. 195 min. C

Director: NURI BILGE CEYLAN. Guión: Ebru Ceylan, Nuri Bilge Ceylan (Cuentos: Antón Chéjov). Fotografía: Gökhan Tiryaki. Intérpretes: Haluk Bilginer, Melisa Sözen, Demet Akbag, Nadir Saribacak, Ayberk Pekcan, Nejat Isler, Tamer Levent.


«Sócrates dijo que el objetivo de la filosofía es conocerse a uno mismo. Para mí, el cine es lo mismo. Intento conocerme mejor, aliviar mi dolor por la vida… Intento comprender lo que significa el ser humano»

Nuri B. Ceylan


Aydin (que significa «halo alrededor de la luna» o «intelectual» en turco) (Haluk Bilginer) es un actor de teatro retirado que regenta un hotel con encanto, llamado Othello (referencia a Shakespeare), en la región montañosa de Anatolia Central, en la bella y remota Capadocia (que significa «tierra de buenos caballos»). El influyente Aydin, propietario también de varias casas de campo alquiladas y negocios, dedica su tiempo a escribir presuntuosas columnas de opinión para la gaceta local. Junto a él vive su joven e insatisfecha esposa, Nihal (Melisa Sözen), de la cual se ha distanciado sentimentalmente y cuyo único objetivo en la vida parece ser recaudar fondos para las escuelas rurales, y su cínica e irritable hermana, Necla (Demet Akbag), que acaba de divorciarse. Mientras, el invierno avanza y la nieve, como una segunda capa de los personajes, recubre la estepa. Así, el hotel se convierte en un refugio físico a la vez que simbólico; un lugar del que los personajes no pueden partir y que sirve para avivar los resentimientos y los reproches.



Ganadora de la Palma de Oro en Cannes e inspirada en tres relatos cortos de Chéjov y en algunos escritos de Dostoyevsky, Winter Sleep es la película más ambiciosa del turco Nuri B. Ceylan, un excepcional fotógrafo reconvertido a mayúsculo realizador y consolidado definitivamente como uno de los grandes autores del cine europeo contemporáneo. Perfecta ligazón entre cine y literatura, su séptimo largometraje es la culminación de un proceso de madurez y refinamiento de estilo que ya era apreciable en Érase una vez en Anatolia. La palabra, utilizada de forma medida en sus anteriores filmes, más próximos a la poética visual de su admirado Tarkovski (a quien hace un doble homenaje en Lejano), se torna en Winter Sleep fundamental.

Las prolongadas conversaciones, en apariencia triviales y mesuradas, entre lo cotidiano y lo filosófico, son la pista que desvela lo que ocultan los personajes. El hotelero, su esposa y su hermana, igual de indolentes los tres, saben ver los problemas del mundo y creen saber cómo resolverlos, pero miran para otro lado cuando se trata de ellos, callando, tergiversando o recreando la realidad a su antojo. Ceylan, que confirma su aureola de brillante guionista junto a su esposa, son muchos los temas que aborda: la diferencia de clases, el orgullo, el rencor, la soledad, el paso del tiempo, los rescoldos del amor, los vínculos de dependencia o lo ambiguo de la culpa y la generosidad.



Winter Sleep es una pieza de cámara sosegada y precisa, con planos como cuadros, en la que Ceylan demuestra su excepcional capacidad para filmar algo tan abstracto y complejo como son las relaciones personales y la condición humana. La puesta en escena es teatral, si bien la fotogenia del turco no es la de los rostros de Dreyer o Bergman, sino la de los cuerpos en reposo, sentados o estirados, sin alzarse la voz por hirientes que sean las cosas que se dicen. El estilo, no obstante, recuerda a los dramas de distanciamiento del sueco (Los Comulgantes, Sonata de Otoño, Secretos de Matrimonio), especialmente en la magnífica dirección de actores (enormes Haluk Bilginer y Melisa Sözen) y por trabajar desde el mismo grado de introspección psicológica, metiéndose de lleno dentro de los personajes y haciendo que sean ellos quienes desnuden su alma.


«… Pero eres un hombre insoportable, egoísta, despectivo, cínico. Esa es tu falta. […] Eres un hombre cultivado, honesto, justo, íntegro… En el conjunto, es cierto. No puedo decir nada en contra tuyo. Pero a veces usas tus cualidades para asfixiar a los demás, para menospreciarlos, humillarlos y aplastarlos. Tu elevada moral te sirve para odiar a todo el mundo»

Nihal a Aydin



El paisaje agreste y yermo de la fascinante Capadocia y la fría luz del invierno exterior, combinados con los interiores de luz cálida y progresivamente claustrofóbicos del hotel, actúan como correlato emocional de Aydin y sus dos antagonistas, condenados a permanecer en ese entorno de ensimismamiento y a vivir su particular sueño de invierno. Sublimada por la bella fotografía de Gökhan Tiryaki y punteada por la melancólica Sonata para piano nº 20 en La mayor D. 959 de Franz Schubert (que también se oye en Au hasard Balthazar, de Bresson), Winter Sleep es el tipo de cine cuya verdadera dimensión se desvela al acabar de verlo, incluyendo tres escenas poderosas: las conversaciones que tiene Aydin, por separado, con su hermana y su esposa, y la parte final con la voz en off del hotelero. Si bien su visionado exige paciencia y atención, en parte por su quietud y larga duración, en parte por sus muchos diálogos, el resultado es gratificante y revelador. Sueño de Invierno, una de las más portentosas del siglo XXI, es una película viva y humana, que trasciende lo cotidiano y se convierte en espejo del alma.


«Nihal, no me he ido. No he sido capaz. ¿Será que me he vuelto viejo o loco, o un hombre diferente? Pensarás cualquier cosa… No sé. Pero este hombre nuevo en mí, me retiene. No me eches. Sé, ahora, que nada quiero de Estambul. Todo me es extraño; allí como en otros lados. Debes saber que no tengo a nadie más que a ti. Te echo de menos a cada minuto, a cada instante. No te lo diré nunca, mi orgullo me lo impide. Sé que sería terrible, mejor dicho, imposible, para mí, separarme de ti. De la misma forma que sé que ya no me amas, sé que nuestro pasado no volverá. No lo lamento. Considérame tu servidor, como un esclavo. Continuemos nuestra vida en común, aunque sea a tu manera. Perdóname»

Aydin



«Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos»

Eduardo Galeano