SUSPIRIA


Suspiria

Italia, 1977. 101 min. C

Dirección: DARIO ARGENTO. Guion: Daria Nicolodi, Dario Argento. Música: Goblin, Dario Argento. Fotografía: Luciano Tovoli. Intérpretes: Jessica Harper, Stefania Casini, Flavio Bucci, Udo Kier, Miguel Bosé, Rudolf Schündler, Joan Bennett, Alida Valli.


¡Oh, Belleza, caminas sobre muertos y de ellos te burlas!
Entre tus joyas el Horror no es la menos preciada,
y el Crimen, entre tus broches más lujosos,
baila amorosamente en tu vientre orgullosos

Himno a la Belleza. Charles Baudelaire


Sinfonía de los horrores donde los poderes ocultos y malignos descargan un alud de paroxismo, delirio y estremecimiento. Una película que sobresale por encima de cualquier otra por la pura intensidad de la experiencia de verla y oírla. Plagada de efectos audiovisuales chocantes, Suspiria inventa una mirada perturbada situando al espectador en un estado perceptivo en el límite de lo incómodo e insoportable. El filme de Dario Argento (Roma, 1940) es venerado como una tardía y sofisticada pieza de culto dentro de un tipo de cine de terror que pasó.


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Hijo de una época y una ornamentación, Argento había alcanzado la cima estética del giallo con el filme-puente Profondo Rosso (1975). Dos años después inició el tríptico nigromántico de Las Tres Madres: Mater Suspiriorum, Mater Tenebrarum y Mater Lacrimarum, tres antiguas brujas que vivían, respectivamente, en Friburgo, Nueva York y Roma. La trilogía, inspirada en cierta tradición ocultista europea y en el poema Levana y Nuestras Señoras del Dolor de la obra Suspiria de Profundis (1845), escrita por el opiómano Thomas de Quincey, fue finalmente conclusa con la mediocre La Terza Madre (2007), en las antípodas de la sugestión de Inferno (1979) y su predecesora Suspiria (1977), ambas rodadas en la ya lejana década de los 70.

La leyenda al completo la contará en el prólogo de Inferno la voz en off del arquitecto Varelli: «Yo, Varelli, arquitecto residente en Londres, conocí a la Tres Madres y levanté sus tres casas. Una en Roma, otra en Nueva York y la tercera en Friburgo, Alemania. Demasiado tarde comprendí que desde esas tres casas, las Tres Madres ejercían su dominio sobre el mundo, expandiendo dolor, lágrimas y oscuridad. Mater Suspiriorum, la mayor de las tres, vive en la casa de Friburgo. Mater Lacrimarum, la más hermosa de las hermanas, ocupa la de Roma. Mater Tenebrarum, la más joven y cruel de las tres, controla Nueva York».


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Quien aportó una especial sensibilidad italiana contemporánea al género del thriller tras haber rodado (hasta Suspiria) cuatro referenciales gialli (su conocida trilogía zoológica, con L’uccello dalle Piume di Cristallo como punta de lanza, y Profondo Rosso) accede ahora a las profundidades del horror abstracto, esotérico y apocalíptico, un territorio con cierto aroma lovecraftiano en el que predominan los elementos sobrenaturales y las exacerbaciones oníricas, algo que se mantendría en Inferno.

Suspiria, cuyo guión fue escrito por el mismo Argento y la que por entonces era su compañera sentimental, la actriz Daria Nicoladi (protagonista en Profondo Rosso), se construye como un perverso cuento de hadas (brujas) moderno con visos de pesadilla. Su trama, más febril que racional, transcurre en una antigua academia de danza de Friburgo, la Tanz Akademie, albergada en una mansión estrambótica provista de pasillos laberínticos, colores estupefacientes y una fachada que es una copia casi exacta del Haus zum Walfich, notable edificio histórico de la ciudad alemana donde el pensador Erasmo de Rotterdam escribió Elogio a la Locura (1511).


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La película cuenta el viaje de una virgen inocente, la joven bailarina americana Suzy Banyon (interpretada por Jessica Harper), que llega interna a la prestigiosa academia directamente desde Nueva York a fin de perfeccionar sus estudios de ballet. La víctima/heroína Suzy irá siendo testigo de las terribles muertes e inusitados hechos rayanos lo paranormal que empiezan a sucederse en la institución, poblada por una maraña de personajes extravagantes y de comportamientos sospechosos (una profesora tipo gimnasta soviética hiperciclada, un pianista ciego acompañado de su perro lazarillo, un niño lúgubre de colores hiposaturados, el imberbe Miguel Bosé, el resto de alumnas).

Finalmente, la ingenua protagonista, cual Alicia en el Otro Lado, descubrirá que la Tanz Akademie no es lo que aparenta, sino que en realidad es la antesala que conduce al corazón mismo del Mal, regentado por un poderoso sabbat de brujas al mando de Helena Markosstá (inspirada en la ocultista rusa Helena Blavatsky, impulsora de la teosofía moderna), «La Reina Negra», más conocida como Mater Suspiriorum, la más vieja y sabia de Las Tres Madres.


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Influida estéticamente por Mario Bava y, según confesión propia de Argento, también por Blancanieves y los Siete Enanitos, de Walt Disney, Suspiria fue la última película filmada en Technicolor. Contando con la imprescindible complicidad del director de fotografía Luciano Tovoli, los colores oro, rojo, azul y verde, antinaturales y segmentados, se contrastan con violencia, como si sangraran de la pantalla; mientras, la luz cobra una vida fluctuante, febrilmente policroma. Todo como una especie de traducción a términos pop del lenguaje visual del Expresionismo, con sus elementos destinados a provocar asombro y potenciar la atmósfera.

La utilización de la arquitectura volumétrica y art-decó, la geometría y vidriosidad de algunas formas y la apabullante y obsesiva banda sonora del magnífico –y habitual en la obra del italiano– grupo de ópera-rock Goblin, con su líder Claudio Simonetti y sus subliminales voces que susurran «witch!», acentúan el ambiente opresivo y mágico del filme y ayudan a recrear un universo alucinatorio en el que conviven la fisicidad de crímenes sangrientos de vena giallesca y la sugerente amenaza de lo intangible.



Suspiria, atrapada en una rara poética de los enigmas, ha sido considerada en varios países como cine de arte. La obra maestra de Dario Argento es una suerte de iniciación maligna tanto para la protagonista Suzy como para el espectador, una explosión de estilo sin precedentes en la tradición del fantastique internacional.


«A la brujas, aliadas del mal, les gusta la retórica clásica del asesinato, les gustan los procedimientos artificiales del crimen»

Dario Argento o la Alquimia del Miedo. Salvador Bernabé