MORGIANA
Morgiana
Checoslovaquia, 1972. 99 min. C
Director: JURAJ HERZ. Guión: Vladimír Bor, Juraj Herz (Historia: Aleksandr Grin). Música: Lubos Fiser. Fotografía: Jaroslav Kučera. Intérpretes: Iva Janžurová, Josef Abrhám, Nina Divíšková, Petr Čepek, Josef Somr, Jirí Kodet.
«Las flores cortadas huelen mejor»
Viktorie Trangan
En algún enigmático rincón de la Checoslovaquia rural atrapado entre el pasado y el presente, Klára y Viktorie Trangan (ambas interpretadas por Iva Janžurová) son dos hermanas diferentes en edad, apariencia y carácter que viven en una gran mansión señorial tras la muerte de su acaudalado padre, cuyo testamento ha dejado la mayoría de propiedades y bienes a Klára. Ésta, más joven, es bella y amable, usa cabello rojo enroscado y tiene éxito con los hombres. En cambio, Viktorie, la mayor, es fea, siniestra y de expresión severa, vive reprimida y tiene un gato siamés que se llama Morgiana. Cuando Viktorie descubre que el hombre que ama, el apuesto teniente Marek (Josef Abrhám), está enamorado de Klára, el sentimiento de envidia y rencor que siente hacia ella se torna en un odio feroz e irrefrenable, hasta el punto de planear su asesinato. Con este propósito, compra un veneno de acción lenta a la misteriosa y después chantajista Otylie (Nina Divíšková), tan lenta que la impaciente Viktorie, a fin de comprobar su efectividad, verte un poco de él en un plato con leche que deja en el suelo esperando que lo beba el perro encontrado por su hermana menor, pero potencialmente también alguno de los niños que corretean por la villa o la misma Morgiana. La desorientada Klára, finalmente, comienza a exhibir pupilas dilatadas, una extraña e insaciable sensación de sed y una serie de alucinaciones, cada vez más fuertes, que la hacen retroceder hasta el momento en que Viktorie dejó caer el veneno en el plato. «No siento dolor, siento como si mi cuerpo hubiera sido cambiado por otro», confiesa Klára.
El poco explorado en Occidente Juraj Herz (Kežmarok, 1934-Praga, 2018), más conocido por ser el realizador de la fundamental y muy perturbadora El Incinerador de Cadáveres (Spalovač Mrtvol, 1969), película prohibida por el represor régimen comunista del leal Gustáv Husák que sucedió a la Primavera de Praga de 1968, fue una de las figuras más peculiares, anómalas e interesantes de la Edad de Oro del cine checoslovaco. Cultivador de las diabólicas sendas del expresionismo alemán y el surrealismo, amigo cercano del animador Jan Švankmajer, la filmografía del autodidacta y siempre desafiante Juraj, no exenta de excentricidad y a diferencia de la de sus colegas coetáneos, tiende hacia la fantasía oscura y explora las regiones más extremas, mórbidas y fúnebres de la sensibilidad y del inconsciente, lo que le posiciona como inventor y único integrante de cierta escuela de cine de terror en Checoslovaquia, un país, como la Rusia soviética, sin referentes claros en el género. La de Herz, no obstante, es una concepción del horror distinta a la occidental: se trata de un horror de tensión sostenida, sin sobresaltos y a menudo proveniente de lo absurdo o grotesco, algo precisamente muy arraigado en los nuevos cines polacos y checoslovacos y aquí seguramente también influido por las experiencias del director como judío eslovaco y sobreviviente del Holocausto (con diez años fue enviado a Ravensbrück, un campo de concentración nazi).
Realizada en 1972 bajo el período de Normalización del nuevo gobierno comunista, pero fruto de una escuela y su consecuencia estética, Morgiana está considerada, junto a Valerie y su Semana de las Maravillas, de Jaromil Jireš, una de las postreras gemas de la esplendorosa Nueva Ola Checoslovaca (Nová Vlna), aplastada oficialmente cuatro años antes. En Morgiana nada está totalmente claro. Por una parte, el disfraz psicológico y doble papel de Iva Janžurová. Por otra, el reflejo y la función del espejo, un elemento-símbolo omnipresente (y revelador para Klára al estilo Blancanieves frente a su «espejo mágico») que nos llevaría a pensar que las dos hermanas son en verdad dos personalidades de la misma mujer, tal y como descubría finalmente la novela «Jessie y Morgiana» escrita en 1929 por el ruso Aleksandr Grin en la que se basaron Juraj Herz y el guionista Vladimír Bor para elaborar la historia, la cual también remite en algo a Edgar Allan Poe, desde el papel desempeñado por el gato hasta la forma en que la culpa del crimen persigue a su autor. El giro primordial del libro no casaba, sin embargo, con los férreos parámetros del Partido, que al tener catalogada la esquizofrenia como algo sadomasoquista y subversivo forzó a Herz a desarrollar una segunda mitad diferente para el filme (y tristemente apresurada). El director se las ingeniaría para mantener un residuo de la idea original: emplear a una misma actriz para interpretar a las dos mujeres. Los comunistas, que despreciaron Morgiana por no amoldarse al ansiado realismo socialista, llegarían incluso a ocultar a Herz durante seis años que su película había ganado el Hugo de Oro del Festival de Chicago de 1973.
Morgiana se configura como un melodrama gótico y de suspense con efluvios de horror revestido de cuento de hadas de celos, codicia y de lucha entre el Bien (Klára) y el Mal (Viktorie). «Suena como un cuento de hadas», admite Klára. La particularidad es que los hechos, en especial las acciones más pérfidas de su ama, adoptan inquietantemente, gracias al atrevido trabajo de cámara del consumado Jaroslav Kučera, la óptica del gato epónimo Morgiana, que actúa como testigo mudo e inquisidor metafísico del drama familiar y proporciona una visión «diferente» de la narrativa, con toda la simbología inherente a su condición de gato negro (dioses en el Antiguo Egipto, asociados a la brujería y el mal según el folclore europeo). Al margen de la jerarquía gatuna, el gran acierto de Morgiana fue contar con la participación de la talentosa actriz checa Iva Janžurová, por entonces de 32 años de edad, la cual confirmó su dominio para la interpretación creando, de forma sutil pese a la sobreactuación requerida, dos retratos femeninos tan encantadores como antitéticos: la Reina Negra frente a la Reina de Corazones, como las llama la bruja adivina que al inicio echa las cartas a Viktorie, a quien augura riquezas y pretendientes si consigue eliminar a su adversaria. Dentro de la concepción escalofriantemente sarcástica y ambigua de Juraj Herz es la demoníaca Viktorie, con su malevolencia oscuramente deliciosa, el personaje más vibrante, lleno de energía y al que seguimos los pasos mientras planea matar discretamente a su hermana Klára celosa de su felicidad inmerecida, quien por el contrario se presenta como un personaje irritantemente ingenuo y falso.
Otros puntos fuertes de Morgiana son el diseño visual y la fascinación por la romántico oscuro y decadentista que rezuma de cada fotograma. El filme es una pieza de época de estética ampulosa y algo kitsh (lo que no desmerece el atractivo y la coherencia artística del conjunto, más bien los reafirma) donde el elenco femenino parece estar auditando para papeles en una de las biografías históricas más extravagantes de Ken Russell. Los audaces travellings, los grandes angulares extremos y la extraordinaria fotografía de Kučera, con un tremendo uso del color –saturado y con prevalencia de verdosos, negros, blancos y violetas–, contribuyen a transmitir un clima de locura, paranoia y convincentemente patológico. La dualidad y reminiscencia de cuento de hadas decadentista, amén de la calidad de arte, igualmente se manifiesta en el hermoso vestuario (con suntuosos vestidos de época y anchos sombreros), los peinados estilo Gibson y el maquillaje de los personajes, especialmente el de Viktorie, que, además de vestir de negro funerario mientras su efervescente hermana lo hace de blanco inmaculado (a veces de naranja en las visiones), usa cejas finas y delineadas y sombras de ojos azul plateadas combinadas con pestañas pintadas y pintalabios rojo oscuro. El complemento ideal son los escenarios y acertadas localizaciones, las cuales aportan una exótica personalidad al filme: exteriores naturales soleados, bucólicos y marítimos que incluyen grandes jardines de rosas y escarpados acantilados sobre la costa (de Bulgaria), frente a los interiores sombríos, opresivos y de tono expresionista de la mansión. Este contraste de ánimo también se refleja en la música de Lubos Fiser, que acompaña los acontecimientos y confiere dramatismo al filme, combinándose según la situación una melodía apacible y tranquila con otra de misterio y espeluznantemente atmosférica.
Lo que fácilmente podría haber resultado un mero mosaico de estilos se conjuga perfectamente, en manos de Juraj Herz, como un pequeño relato gótico que invierte el género Poe, un híbrido insólito y seductor de drama de época y experimentalismo entusiasta posterior a los años 60, fuente de amarga ironía y máscara de mensajes ocultos. Morgiana, también una absoluta heredera del Psycho-biddy o Grande Dame Guignol (¿Qué fue de Baby Jane?, con Bette Davis, fue el filme seminal), lleva grabado a fuego el signo del mejor cine de autor proveniente de los países del Este en tiempos de influencia soviética. La sensación que puedes experimentar al ver por primera vez esta joya llega a ser algo muy cercano a un spirit film, uno que enamora a primera vista y donde solo quieres disolverte y vivir cada momento y cada fotograma.
«Cuando un pianista no puede practicar, pierde su habilidad. Fue lo mismo conmigo. Solo quería hacer películas para no perder la habilidad.
‘Morgiana’ era uno de esos ejercicios, práctica realmente… Realmente no tomé la película tan en serio»
Juraj Herz, 2010