GABINETE DEL DOCTOR CALIGARI, EL


Das Kabinett des Dr. Caligari

Alemania, 1920. 63 min. B/N

Director: ROBERT WIENE. Guión: Carl Mayer, Hans JanowitzMúsica: Muda. Fotografía: Willy Rameister. Intérpretes: Werner Krauss, Conrad Veidt, Friedrich Feher, Lil Dagover, Rudolf Klein-Rogge, Hans Heinz von Tawardowski.


«Por la tarde se cumplirá mi deseo más ferviente. Solucionaré el secreto psiquiátrico de Caligari. Averiguaré si es posible obligar a un sonámbulo a cometer acciones que en su estado de vigilia no cometería, las cuales incluso abominaría. Quiero saber si es posible empujar a una persona que duerme hasta el asesinato»

Francis/Friedrich Feher


Película muda dirigida por el alemán Robert Wiene (1873-1938), hijo del actor Carl Wiene y que inició su carrera en el mundo del teatro para después vincularse al cine. El guión, inspirado en hechos reales sucedidos en la ciudad de Hamburgo, fue escrito por Carl Mayer (colaborador de F.W. Murnau) y Hans Janowitz y recoge ideas de Fritz Lang, a quien se le ofreció el proyecto de inicio. El diseño corrió a cargo de Walter Reimann, Walter Röhrig y Hermann Warm, éste pintor vanguardista interesado en el cubismo. Producida por la legendaria UFA y filmada en el estudio Lixie-Atelier y con un presupuesto de 20.000 DM se vio por primera vez en público el 26-II-1920 (sala Marmorhaus, Berlín). Fue estrenada en copias coloreadas en diversos tintes, siendo exhibida posteriomente cortada y en blanco y negro.


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El Gabinete del Dr. Caligari es la demostración de que el cine puede ser vehículo del arte. El filme de Robert Wiene, realizado en 1920 (mismo año de El Golem, de Paul Wegener y Carl Boese, y De la Mañana a la Medianoche, de Karl Heinz Martin, dos títulos también muy relevantes del movimiento), es la obra fundacional y paradigmática, sin descendencia conocida, de un tipo de cine fantástico y estrafalario que floreció en la Alemania de los años veinte, vinculado al Expresionismo alemán (que ya había calado en la pintura, literatura y teatro) y que se dio a conocer como cine expresionista alemán. Este tipo de cine de posguerra –si bien no fueron tantas las películas representativas– rompía los modelos estéticos prevalentes y «pareció insistir en acentuar su carácter enigmático, macabro, siniestro y mórbido, reflejando el proceso de repliegue ‘en la profundidad del alma’ que llevó a cabo la población durante este periodo de incertidumbre», en palabras de Sigfried Kracauer.

Además de su condición de película artística y de culto primigenio, El Gabinete del Dr. Caligari es uno de los títulos clave del género de terror, probablemente su primer filme realmente verdadero. Su influencia, tanto a nivel temático como estético y visual, ha sido muy importante en el cine posterior, desde el resto de la obra expresionista (Algol, Nosferatu, El Doctor Mabuse o la tardía M), el cine de terror de la Universal (Frankenstein, Satanás), el avant-garde cinema de los Estados Unidos (Meshes of the Afternoon) y el cine negro clásico (Perdición, Retorno al Pasado) hasta llegar a nuestros días.


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El significado último del relato, pese a no residir aquí el interés, resulta aún hoy un enigma y ha dado lugar a singulares conjeturas. La historia está contada de forma retrospectiva por Francis (Friedrich Feher), un hombre que trata de resolver los extraños y estremecedores crímenes que se vienen produciendo en su pequeña localidad, Holstenwall, asociados con un sonámbulo de nombre Cesare (el escuálido Conrad Veidt) y su amo el Dr. Caligari (Werner Krauss). Caligari, un feriante y artista de la hipnosis, tiene un espectáculo donde exhibe a su esclavo, al que le atribuye la capacidad de adivinar el futuro. Durante la noche, Cesare, que vive en un ataúd, recorre las callejuelas de la villa asesinando a quien su amo le ordena. Al final, la narrativa regresa al presente, cuando Francis concluye su historia antes del último giro.

Rodada durante la República de Weimar (1918-1933), muchos han visto en El Gabinete del Dr. Caligari una reflexión pesimista sobre la Alemania de posguerra o una premonición del ascenso del partido nazi al poder, asemejando al sonámbulo Cesare con las masas populares teledirigidas y a Caligari con un líder irracional. El citado Siegfried Kracauer, en su influyente libro «De Caligari a Hitler» (1947), dice que la película refleja una «subconsciente necesidad de un tirano en Alemania y es un ejemplo de la obediencia a la autoridad trastornada y la renuncia a rebelarse contra ella». En cualquier caso, el filme explora el lado oscuro de la condición humana y viene en proyectar, con altas dosis de bizarrismo, temas como la violencia, la manipulación, el miedo y la dualidad.


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Esencialmente, El Gabinete del Dr. Caligari debe relacionarse con toda esa estética de pesadilla –que lo es todo– como coherente plasmación del entorno de una mente enferma y una visión completamente retorcida de las cosas. El mundo caligariano está hecho de espacios claustrofóbicos y sombras amenazadoras y fluctúa entre el sueño, la perversión y el puro delirio. Los personajes, provistos de maquillaje y vestuario siniestro, transitan como espectros o meros autómatas. La película está rodada enteramente en un estudio sin tomas de exteriores y los sets están hechos a base de telas pintadas y dibujos de líneas curvas y oblicuas y de calles estrechas y en espiral, de tejados puntiagudos y de ventanas inclinadas, lo que acentúa la sensación de ansiedad y opresión.

Das Kabinett des Dr. Caligari es como volver al estilo de Georges Méliès al presentar efectos teatrales que exageran o caricaturizan la realidad, si bien ahora están atravesados por las macabras trazas del Expresionismo alemán. La ópera prima de Robert Wiene, sobre la cual el crítico Frédéric-Philippe Amiguet dijo que «tiene un olor de comida contaminada» y «deja un sabor de cenizas en la boca», es más que un simple museo arqueológico en movimiento y permanece, transcurrido ya casi un siglo desde su realización, como un espécimen único y de inevitable referencia en la historia del séptimo arte.


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«Al principio lento, deliberadamente laborioso, intenta irritar. Entonces cuando los motivos en zigzag de la feria comienzan a girar, el paso salta hacia adelante, ‘agitato’, ‘accelerando’, y se detiene sólo hasta la palabra ‘Fin’, tan abruptamente como una bofetada en el rostro»

Luous Delluc